Las medidas de seguridad de la EASA y la FAA tratan de evitar ataques terroristas, pero no consideran un sabotaje desde la cabina
No es un secreto que a partir del incidente de las Torres Gemelas —el 11 de septiembre de 2001— en Nueva York, comenzó una paranoia que afectó las normas de seguridad en la industria aeronáutica a escala global. Cada aerolínea tiene sus estándares, pero al final, el acuerdo de todas las empresas es proteger la cabina de vuelo tanto como sea posible ante un ataque terrorista o cualquier otro tipo de intrusión violenta. Desafortunadamente, la reglamentación no toma en cuenta algunas variables poco probables, como el hecho de que un piloto pierda la razón y tras aislarse en el cuarto de control, sea capaz de llevar el avión en curso de colisión, justo como sucedió con el incidente de Germanwings 9525.
El problema en este caso fue una combinación de factores desfavorables. Mientras que el capitán Patrick Sondenheimer salió de la cabina para ir al sanitario, el copiloto, Andreas Lubitz, aprovechó la oportunidad para cerrar la puerta y activar los sistemas de seguridad. De acuerdo con la normativa de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) y la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA), el cuarto de control de los aviones debe estar protegido con un blindaje especial, al cual se suma una puerta que resiste hasta explosiones de bajo grado. En teoría, ni siquiera un disparo de alto calibre es capaz de penetrar la defensa.
Gracias a la caja negra del vuelo 9525 de Germanwings, los forenses encontraron evidencia de que Lubitz hizo lo posible por mantener cerrada la puerta de la cabina, a pesar de los intentos de la tripulación de abrirla. En las aerolíneas de Estados Unidos y otras partes del planeta, la azafata de mayor rango debe permanecer en la cabina cuando uno de los pilotos necesita salir —no importa la razón—; Lufthansa y su filial Germanwings no tienen esa regla, igual que muchas compañías europeas, así que no es tan extraño que un operador de la aeronave se quede solo. Ahora bien, una vez que la cabina está sellada, es posible utilizar un código para abrir la puerta, pero si la persona que se encuentra en el interior considera que la amenaza externa es muy severa (al mirar a través de un sistema de videovigilancia), puede activar un seguro adicional.
Investigaciones conjuntas de la policía alemana y las autoridades francesas descubrieron que Lubitz podría haber experimentando trastornos psicológicos hace 6 años, aunque en los exámenes anuales que deben tomar todos los pilotos con licencia, "los resultados fueron impecables". Existe la teoría de que su decisión de estrellar el avión está basada en sus ideales políticos (es posible que fuera de extrema derecha) o en su religión (especulaciones alarmistas dicen que era musulmán), pero al margen de las razones, es un hecho que el accidente pudo haberse prevenido si las medidas de seguridad estuvieran preparadas para este tipo de escenario.
Fuente: Tribune
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