Normalmente, cuando escribo en Qore empiezo con una introducción relajada y ligera para romper el hielo con ustedes. Sin embargo, no hay forma tranquila de comenzar con este tema, la comunidad gamer tiene un cáncer muy profundo y peligroso que se extiende de manera alarmante.
La misoginia y el acoso son 2 cosas diferentes que desafortunadamente van de la mano y se presentan en todos los medios y lugares: el cine, la televisión, la literatura y los videojuegos no son excepción. Sin entrar de lleno al problema de contenido que ha permeado durante décadas en todos los medios de entretenimiento, donde las mujeres —y otros grupos vulnerables como latinos, negros y homosexuales, por mencionar algunos— han sido representadas de forma poco conveniente, el impacto que esto ha tenido en los consumidores ha sido fatal.
Si le preguntas a cualquiera en el negocio te dirán que ellos producen lo que la gente compra, y si le preguntas al público te dirán que ellos lo consumen porque está ahí, este debate no tiene sentido, ya no se trata de saber de quién es la culpa sino de solucionar el problema.
Hace una semana escribí una nota sobre la polémica que levantó la muñeca Barbie Game Developer, y aunque la mayoría de los comentarios al respecto fueron positivos, llamó mi atención que aún se presentaron personas a dejar comentarios fuera de lugar o francamente ofensivos.
Esto es sólo la punta del iceberg. En pleno año 2016 aún lidiamos con el estúpido estigma de “la chica gamer”. A casi 40 años de la creación de los videojuegos, aún vemos personas que defienden la arcaica percepción de que los hombres son mejores que las mujeres en los videojuegos, de que esta forma de entretenimiento es exclusiva del “sexo fuerte” y que no debe ser mancillado con mujeres o sucios jugadores casuales.
¿En qué momento perdimos el rumbo? ¿No se supone que los geeks éramos los discriminados? ¿Acaso no reclamábamos que se nos dejara de tratar como parias? ¿No era el sueño de muchos que nuestras novias, hermanas, amigas y hasta nuestras madres se interesaran en los videojuegos?
Aquí pasan 2 cosas, la absurda idealización de la chica gamer “perfecta” diseñada por la mente masculina específicamente para satisfacer fantasías dignas de un puberto y el desprecio a todo aquello que se sienta ajeno a nuestro selecto club de Toby — eso incluye las chicas gamer soñadas pero con mente propia—, a todo aquello que no nos guste o que amenace el estatus quo que tanto trabajo nos costó levantar.
Comunidades nocivas
Este fin de semana me encontré con un caso de verdad alarmante, un asunto de seguridad y acoso digno de esos programas policíacos gringos, que de haber sucedido en Estados Unidos ya habría sido comentado por la prensa especializada de todo el mundo. ¿Qué pasó?
Litzia Beltrán es una mujer como cualquier otra, con intereses específicos, una carrera universitaria, vida romántica, planes y proyectos como los de cualquiera de nuestra generación. Litzia es una chica gamer pionera en el periodismo de videojuegos en México y cómo cualquiera que se haya acercado un poco a este medio sabrá que eso le trajo admiradores y detractores, todo normal hasta ahí. Es común en este medio que cuando tus opiniones chocan contra las de algún lector —o todo un grupo de ellos— seas objeto de críticas, descalificaciones, memes y burlas por igual. Va, digamos que son gajes del oficio.
El problema es que Litzia fue víctima de mucho más que eso, a lo largo de años ha sido objeto de mofas e insultos ajenos a cualquier aspecto de su trabajo. En los últimos meses un grupo de personas se ha dedicado a seguirla, tomarle fotos, identificar su domicilio y las placas de su automóvil, y llegaron al descaro de ingresar al condominio donde vive y hacer un video jactándose de ello.
Esto no está bien de ninguna forma. ¿Qué monstruosidad hizo Litzia para ganarse la atención de estas personas? Nada, y seamos sinceros, nada más que una mente enferma justifica este tipo de acoso. Un usuario del foro Insert Coin habló conmigo y compartió capturas de pantalla dónde se hace evidente la organización de varios de sus integrantes para tomar medidas más “drásticas” contra Litzia: desde sacar copias de la llave de su casa y meterse a asustarla, robarle o vandalizar su hogar, hasta actos más violentos como golpear y atacar sexualmente a su novio y a ella.
Este usuario defiende la postura del foro tras el argumento de que sólo son bromas, que lo hacen sólo “for the lulz”, pero creo sinceramente que ninguna clase de humor que promueva la violencia hacia un particular es correcta. Este grupo de personas dicen que castigan a Litzia por ser pedante, por ser hipster y por no vestirse y comportarse de acuerdo a su edad, y sí, lo dice un grupo de hombres —y alguna que otra mujer— de 25 a 30 años que se reúnen en un foro a hablar de videojuegos, compartir pornografía y hacer bromas sobre el aspecto de la gente.
Debe quedar algo muy claro, la libre expresión no debe castigarse, el humor no debe ser objeto de censura, pero esto no significa que podemos hacer y decir lo que sea sin importar si afectamos a otros. Seguir a alguien por la calle, tomarle fotos y publicar sus datos sin su consentimiento no es humor, no es libertad de expresión, es abuso. Todos hablamos mal de alguien que no nos simpatiza, todos nos quejamos y es normal, de otra forma explotaríamos, pero lo que no es normal es llevar ese odio y afectar de primera mano a otros, causar un daño emocional o físico al objeto de nuestra frustración.
El monstruo tiene muchas caras
Desafortunadamente no es un caso aislado, ni es el único foro de Internet que hace esto —¿ foros? ¿Qué es esto 2005?—. Una gran porción de la comunidad gamer en todos los países ha incurrido en conductas por demás nocivas que hablan del grave problema de misoginia que existe.
El año pasado un escándalo cimbró a las comunidades del juego League of Legends en México y algunos países de latinoamérica, mi colega Daniel Arias realizó una investigación para Gamedots dónde evidenciaba el trafico de pornografia infantil y el acoso organizado hacia mujeres incluso ajenas a estas comunidades. Aunque esto llegó hasta Riot Games, no hubo una resolución definitiva y este tipo de cosas continúan.
...Bajo la apariencia de un simple grupo de videojugadores llegan a ocurrir cosas que superan por mucho los fines originales de su creación, alcanzando incluso actividades que rayan en la ilegalidad
Streamers, youtubers, jugadoras profesionales y periodistas sufren constantemente de acoso sexual, menosprecio y violencia de diferentes formas. No importa si la persona en cuestión enseña su cuerpo al hacer un stream, no importa si usa sus atributos físicos como “gancho” para generar más views, nos debe quedar claro que tienen derecho a hacerlo libremente —la explotación sexual es otra cosa, pues implica que las mujeres lo hacen en contra de sus propios deseos— y que si tienes algo en contra de ellas, simplemente dales unfollow, no les regales views ni hables de ellas.
El acoso y el sexismo existen desde hace mucho, pero las redes sociales, los foros y tableros lo han transformado en una de sus versiones más nocivas hasta la fecha. Nos escondemos tras la pantalla y entre la multitud para cometer actos reprobables, hacemos uso de Internet para afectar la vida de otros sin importarnos las repercusiones que existan en la vida real. Pero hoy más que nunca, el Internet no se puede separar de la vida real.
No podemos aventar la piedra y esconder la mano tras cuentas de Facebook, Twitter o un foro de Internet y pretender que no va a pasar nada, pretender que no tenemos responsabilidad en esto. El Internet es libre y debe permanecer así, pero no hagamos de este medio una herramienta para el odio y sobre todo no usemos de excusa a los videojuegos o la televisión.
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