Prepárate para un tsunami de opiniones encontradas y mucha polémica acerca del que probablemente será el tema de la semana: la Organización Mundial de la Salud analizó 800 estudios científicos acerca de la relación que tiene el consumo de carne roja con el desarrollo de células cancerígenas, y concluyó que se trata de un factor de riesgo tan grave como el tabaco.
PUM!
De acuerdo con los expertos de la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), comer 50 gramos de carne roja (desde la arrachera que tanto te encanta, hasta tocino y salami) incrementa 18% el peligro de contraer tumores colorrectales. La recomendación oficial es no comer más de 500 gramos a la semana de carne de res, cerdo o cordero —entre otros —.
En pocas palabras, toda la carne roja procesada es potencialmente peligrosa en este tema. La IARC dice que no se trata de una postura definitiva —por falta de evidencia más concluyente—, pero que ha encontrado suficientes factores de riesgo como para clasificar este tipo de carnes en la misma categoría que el tabaco, las bebidas alcohólicas, el arsénico y el asbesto.
Obviamente, hay grupos de oposición que están en contra de esta declaración, como el Instituto Americano de la Carne, que acusa a la Organización Mundial de la Salud de "torturar" los datos para sacar conclusiones apresuradas. La Asociación de Nutriología de Estados Unidos dice que el consumo de carne roja puede ser un factor de riesgo para el cáncer, al igual que muchos otros alimentos, pero que el porcentaje real del peligro es extremadamente bajo —dicen que es menor de 0.1%, pues de 100,000 adultos sólo 3 desarrollaron cáncer— y que los beneficios para la alimentación son muy altos.
Al margen de las diferencias de opinión, todas las organizaciones e institutos concuerdan que la falta de ejercicio, la obesidad y el consumo excesivo de grasas es un factor de riesgo considerablemente más alto que comer carne roja. Yo, mientras tanto, tomaré este asunto con filosofía y seguiré comiendo carne roja, pero sin excederme.
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