Todos los fabricantes de PC, desde HP hasta Lenovo, sin olvidar a Dell, Acer y el casi difunto Toshiba, se han pasado los últimos años intentando crear al MacBook killer. Cada año hay alguien de ellos que presume tener la mejor laptop del mundo, lo justifica con una lista de cualidades "únicas" y hasta asegura estar al frente de la innovación. Es más, probablemente piensan al momento de diseñar su plan maestro: "Este año derrotaremos a Apple... ¡y no lo dejaremos regresar!". Pero no importan las complicadas estrategias ni lo impresionante de las máquinas, al final, quienes tienen una Mac jamás serán persuadidos.
La pregunta es ¿tiene sentido seguir haciendo comparaciones? Desde hace varios años quedó claro que las principales vertientes del cómputo personal tradicional, PC y Mac, van por caminos muy distintos. Es más, incluso ahora que ya no existe una guerra entre plataformas, los estereotipos siguen estando muy vigentes: lo de Apple es ideal para diseñadores, periodistas, escritores y hipsters, mientras que un equipo con Windows está destinado para "todos los demás", con especial enfoque para el ámbito empresarial —Linux no está dentro de la contienda, pero su estigma es que sirve sólo para desarrolladores—.
A diferencia del fenómeno iPhone/Android, muy pocas personas se enfrentan al dilema de si comprar una Mac o una PC. La mayoría de la gente ya tiene una idea clara de lo que necesita y qué uso le dará al equipo; quienes no lo saben simplemente se dejan llevar por lo que dicta su bolsillo y, como en los autos, lo que enamora su vista; eso significa que las especificaciones quedan en un plano casi irrelevante. Ante dicho escenario, no tiene caso seguir midiéndose con un rival inexistente.
Si las ventas de Mac estuvieran creciendo, tendría sentido que los fabricantes de PC quieran rivalizar, pero incluso Apple reconoce que las computadoras ya no son productos tan populares
Aunque hay ejemplos de sobra acerca del tema, uno de los más recientes se dio durante Computex 2016. Ahí el CEO de ASUS, Jonney Shih, se apasionó al presentar la ZenBook 3, pero su entusiasmo no fue tanto por demostrar que se trata de una gran ultrabook en términos universales, sino para remarcar que es "mejor que la MacBook en todos los sentidos". Durante cada momento del anuncio ASUS —que por cierto es una de las marcas líderes en el mundo de la PC— hizo comparaciones directas entre la ZenBook 3 y una MacBook: es más delgada, tiene mayor potencia, pesa menos, su teclado es mejor, la pantalla es superior en resolución, en fin. Tendría más valor que la comparativa se hiciera con la Dell Venue, una Spectre de HP o cualquier otro equipo en verdad equivalente.
Aunque el problema más grave para los fabricantes de PC no es que un usuario convencional elija la Mac, sino que los desarrolladores de apps la utilicen como plataforma predilecta para programar y diseñar.
Un ecosistema cerrado
Hay quienes creen que Apple está desperdiciando recursos en productos inservibles, incluida la línea Mac. Por ejemplo, Christopher Mims de The Wall Street Journal considera que la mayoría de las compañías —sin importar su tamaño o la cantidad de dinero que tienen— son capaces de especializarse únicamente en 2 o 3 cosas; Google, dice él, "tiene dominio en las búsquedas, Android y los anuncios web, mientras que el resto de sus proyectos se sienten como experimentos destinados a fallar". La conclusión de dicho columnista es que el deseo de Apple por ser el mejor del mundo en tantas categorías lo llevará a la ruina, pues "está usando ingenieros, diseñadores, programadores y otras mentes muy talentosas en crear nuevos modelos de Mac, cuando podría aprovecharlos para crear la siguiente gran innovación".
Aunque el argumento es interesante y tiene buenos fundamentos, la realidad es que Mac no se limita a ser un mero producto de consumo ni, por otra parte, un remanente nostálgico de épocas en que la computadora era pieza central de la vida tecnológica. Parte del enfoque que tiene la Mac proviene de enamorar a los fans, sí, pero su propósito en el plan a gran escala de Apple es mucho más fundamental: es un eje del vasto ecosistema de la compañía y pilar del desarrollo de software para todos los productos que llevan el logotipo de la manzana.
No es casualidad que las apps salen primero en iOS, que en Android: Apple tiene un ecosistema de desarrollo más saludable, redondo y confiable
Después de todo, Apple acostumbra tener control casi absoluto de lo que pasa con sus productos, para bien o para mal. Esa es la causa por la que fabrica sus propios procesadores y gasta fortunas en la adquisición de compañías —como cuando quería manufacturar todas sus pantallas de zafiro—, razón por la que hace incompatibles sus dispositivos con los de otros fabricantes y estándares universales. Va contra la marea, bajo el argumento de que si va a triunfar será en sus propios términos, con reglas específicas; podría verse como una necedad, pero al menos desde la perspectiva de negocios le ha funcionado. Y de ahí se desprende el hecho de que las Mac son el mejor ambiente de desarrollo para iPhone, iPad, Apple Watch o incluso para apps de OS X. No importa si una PC tiene mejor hardware, los emuladores de Mac son pésimos para compilar software de iOS y OS X. En pocas palabras, la Mac sirve como plataforma de desarrollo exclusiva y, a la vez, como producto para consumo.
Contrario a lo que nos encanta creer, las Mac no son simples máquinas de escribir. Una cosa es que veamos a uno que otro escritor sumergido en sus letras mientras bebe un café en Starbucks y, otra muy distinta, que esa sea su única utilidad. Hay incontables personas —no fanboys, sino profesionales de muy diversos contextos— que llevan décadas usando las computadoras de Apple porque es lo que mejor se ajusta a sus necesidades; son fieles a la marca debido a que cumple sus expectativas. Apple entiende esa relación invaluable con la audiencia de las artes creativas, del mismo modo que Nike entiende las necesidades de los deportistas, la diferencia es que los más prominentes artistas, publicistas o editores de video —además de un largo etcétera de profesionales— no esperan compensación por usar una Mac, mientras que atletas como Kobe Bryant cobran $30 millones de dólares por salir a la duela con tenis Nike. Apple construyó un círculo virtuoso y lleva años fortaleciéndolo.
Mac y MacBook, ¿víctimas del abandono?
Por supuesto, nadie puede negar los problemas que existen en el paraíso de Mac. En su intento por reinventar algunos conceptos, Apple acostumbra enfurecer a algunos de sus seguidores. Pasó cuando desechó el esquema clásico de Mac OS 9, por el moderno OS X; también al moverse de los confiables PowerPC a la arquitectura Intel. Y cómo olvidar el enojo de la gente por la nueva MacBook que tuvo un único puerto USB Type-C o cuando tardaron años en actualizar la Mac Pro —aunque se compensó con un equipo de specs decentes y diseño vanguardista—. A decir verdad, el principal problema en la actualidad de las Mac es justo que Apple está tardando demasiado tiempo en ofrecer algo genuinamente nuevo. El ciclo de actualización de hardware es tan lento, que muchos usuarios tiene una sensación de malestar; siguen ahí, apegados a la marca, pero no están tan contentos como hace unos años.
En teoría Apple es el peor enemigo de las Mac, dado que a simple vista pareciera no estarles poniendo tanta atención. Tan sólo en últimos años han habido más generaciones y variantes de iPad, que de MacBook y Mac Pro. Además está el discurso de "el iPad Pro es la mejor herramienta digital para artistas y creativos". Y, por otra parte, Apple e IBM están construyendo un ecosistema de apps empresariales y de productividad, todas para iOS, con el propósito de que iPhone y iPad crezcan como plataformas de trabajo. Ante dicho panorama, hasta pareciera que Apple ya se olvidó de Mac y que está dejando morir a la categoría muy lentamente.
Lo cierto es que mientras las Mac sean parte del ecosistema, no quedarán en el limbo. Es un poco difícil entender cuáles son los planes a futuro de Apple con su división de cómputo, pero hay mucho dinero e intereses de por medio. Basta decir que las ganancias que genera iPad ($4.4 mil millones de dólares) están debajo de las de Mac ($5.1 mil millones), además de que en el contexto de Apple la tendencia es inversa en comparación con la PC: sus computadoras se venden un poco mejor cada año, mientras que sus tablets están perdiendo popularidad.
A pesar de todo Apple tiene muchos desafíos que vencer, no sólo para garantizar la relevancia de Mac, sino darle mayor éxito. OS X tiene muchas fallas, en sí mismo y de interacción con iOS, de interfaz, de funcionamiento, de conectividad con la nube. Supuestamente esas mejoras vienen en camino —como parte de una renovación de la MacBook Pro que veremos en el WWDC 2016, del 13 al 10 de junio—, la pregunta es si serán suficientes. Cuando OS X era algo nuevo y fresco, cada versión ofrecía novedades interesantes y significativas, justo como sucede ahora con iOS; para que la Mac dé un paso hacia adelante en su evolución necesita algunos ajustes. Pero eso no lo van a decidir los otros fabricantes de PC, sino Apple mismo.
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