El tráfico de humanos es un problema demasiado complejo de resolver, en especial porque en muchas partes del mundo lo promueven individuos con puestos importantes del gobierno o hasta directivos de instituciones médicas. Y por si fuera poco, la logística con la que funcionan estas organizaciones criminales es cada vez más sofisticada.
Por ejemplo, un médico del Brigham and Women's Hospital de Boston —que prefirió mantenerse en el anonimato—, en Estados Unidos, atendió en la sala de emergencias a una mujer quien aseguraba que le habían puesto un chip de rastreo. Al inicio él no creyó la historia, pues muchos de los pacientes que llegan a urgencias padecen toda clase de delirios e incluso algunos creen que un extraterrestre les puso "el misterioso microchip", para que al final los médicos no encuentren nada, pero en este caso... sí había un artefacto extraño.
La mujer, con un aspecto desnutrido y cuya piel estaba llena de laceraciones, dijo que el origen del chip no era desconocido, ya que ella sabía cuál era su propósito: para identificarla entre otros esclavos sexuales. El médico se quedó atónito ante la situación, pero más tarde dijo esto ante los medios:
"Era una pequeña cápsula con una especie de circuito en el interior. Después nos dimos cuenta que era un RFID, usado para identificar gatos y perros. Alguien la marcó como si fuera un animal, como si fuera la mascota de otra persona. Esto es tráfico humano, es un asunto marginal en muchos países sofisticados del mundo, pero sólo porque la gente no tiene idea de lo que significa la esclavitud moderna."
Contrario a lo que puede parecer, el RFID no es usado para rastrear al esclavo en caso de que se escape, porque la realidad es que todavía no existe un GPS implantable —el consumo constante de batería lo hace algo imposible por ahora—, sino que tiene utilidad para que los dueños de estas personas esclavizadas puedan distinguirlas fácilmente de otras que también están aprisionadas.
En Marketplace, donde publicaron la versión original de esta historia, dicen que lo más preocupante de la situación está en que las víctimas de trata de personas han tenido contacto con alguna institución médica mientras estaban siendo esclavizadas. Al parecer el miedo hacia sus captores o la paranoia de que los médicos sean parte de la organización criminal, hacen que los esclavos se queden callados.
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