Si alguna vez has jugado con la hechicería del overclocking sabes bien que hasta el más mínimo error puede quemar no sólo el componente que estás modificando, sino el equipo completo —obvio ahí se te van unos cuantos miles de dólares—. Por eso imagina qué pasaría si a las incontables variables de overclockear un procesador le agregas nitrógeno líquido. Puede ser un desastre, pero si lo haces bien consigues la mejor forma de rebasar los límites de lo posible.
Cansado de usar los métodos de enfriamiento tradicional, al gurú del overclocking Chi-Kui Lam se le ocurrió experimentar con nitrógeno usando un Core i7-6700, una ASRock Z170, 4 GB de G.Skill DDR4 RAM, una fuente de poder Antec de 13,000 Watts y un disco de estado sólido Plextor para instalar el sistema operativo que, curiosamente, no era Linux ni Windows 10... sino Windows XP.
¿La razón para tal locura? El código de Windows XP es más simple, así que el procesador no tiene que complicarse con tantos procesos activos. Gracias a eso llevó la velocidad del procesador de su límite normal de 4.2 GHz a 7025.6MHz.
Sobra decir que el nitrógeno líquido no es nada sencillo de manejar y aún más cuando se trata de electrónicos, pues aunque ayuda a controlar el calor, también provoca que los componentes ya no funcionen bien, dado que baja la temperatura a -196° C. En pocas palabras es el Ultimate Overclocking Experience. Claro, el mayor peligro no está en echar a perder piezas de computadora, sino en que puedes petrificarte la mano.
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