Las abuelitas tenían razón: te puede dar un “torzon” por hacer corajes con tu novio o novia. Toda esa furia, confusión y exaltación que sientes cuando bae hace una de las suyas y discuten no son simples muestras de lo intenso que eres… no, en realidad tienen un origen fisiológico y sus efectos pueden ser más severos de lo que crees.
Esto es lo que le pasa a tu cuerpo cuando tu y tu cuchurrumin tienen sus encontrones:
El estrés como el dólar; por los cielos
Esto es algo obvio, pero cuando estás en el calor del momento, tu cuerpo entra en modo de alarma y comienza a segregar un poco de nuestro viejo amigo el Cortisol.
Conocida como la hormona del estrés, el cortisol puede tener efectos muy desagradables, como la retension de agua, la disminución de colágeno —osea que te arrugas mas rapido—, diabetes y en mujeres embarazadas, puede ocasionar abortos.
Te vas a enfermar más
Un poquito de estrés no es tan malo, de hecho puede ayudar a que tu sistema inmune responda más rápido, pero como en todo, no hay que caer en excesos. La producción prolongada de cortisol puede afectar directamente a tus células inmunes —esos pequeños soldados que cuidan la frágil bolsa de carne a la que llamas cuerpo—, haciendo que dejen de trabajar como se debe y que den acceso fácil a infecciones y virus.
Puedes dañar tus dientes
Cuando te enojas con tu pareja, toda esa tensión se centra en tus hombros, cuello y mandíbula, haciendo que rechines tus dientes con fuerza. Esto puede resultar en dolores de cabeza, daño al esmalte de tu dentadura, asi como en hipersensibilidad e incluso, hasta llevarte al riesgo del desprendimiento dental.
Presión en el pecho
Cuando desbordas furia nada es peor que te digan “respira hondo y tranquilizate”, pero asombrosamente —y no creo que esto lo sepa la gente que te lo dice— sí funciona. Cuando una emoción nos invade, en este caso enojo, es probable que comencemos a hiperventilar, haciendo que nuestro pecho se sienta apretado.
El efecto contrario se puede lograr respirando profundamente, pues eso ayuda a liberar el estrés y sus nefastas consecuencias —ahora inhala y repite después de mi: ohmmm—.
Tu corazón se acelera
Y no lo decimos poéticamente: el ritmo de palpitaciones por minuto se incrementa drásticamente cuando discutes con tu persona amada. Ni siquiera deberíamos decirte que esto es malo ¿o sí? Puede llevar a arritmias cardiacas o taquicardias. De hecho está probado que las parejas que discuten seguido tienen un ritmo cardíaco más acelerado que aquellas que se lo llevan leve.
Obvio, la presión
Si tu corazón late más rápido, entonces bombea sangre más rápido y aunque un ocasional disgusto con tu alma gemela puede no afectar mucho, a largo plazo esta subida de presión puede dañar los vasos sanguíneos, debilitar tu corazón y afectar tu salud permanentemente.
Voz aguardientosa
¿Recuerdas esa sensación rasposa en la garganta después de ir al concierto de La Arrolladora en el Zócalo? Pues cuando estamos discutiendo nos pasa lo mismo. Aunque tú jures que no le estás gritando, las emociones alteradas provocan que aumentemos el nivel y tono de nuestra voz.
Quedar afonico de vez en cuando —y más cuando es después de un concierto— no tiene nada de malo, pero cuando vives en una relación conflictiva, estos esfuerzos a tus cuerdas vocales pueden dejar daños irreparables.
¡Dr. Corazón ayudeme!
Las peleas y discusiones son normales, ocurren desde tu círculo de amigos, tu familia más cercana y desde luego con tu pareja, motivo de diferencias con acciones o ideas. Pero cuando las peleas son el común denominador de un noviazgo, amistad o matrimonio, puedes considerarte en una relación de riesgo.
Es imposible no tener diferencias con las personas que queremos, pero lo que sí se puede es tratar de mantener la cabeza fría y tratar de resolver esas diferencias de forma tranquila. Si estan juntos es por que —quiero pensar— existe cariño entre ustedes. Así que la próxima vez que discutas con tu media naranja, detente, cuenta hasta tres, respira y recuerda por qué fue que te enamoraste de él o ella.
Deja tu comentario