En casi toda competencia hay una regla básica. El líder, por una razón u otra, es siempre el más exitoso. La segunda persona puede triunfar mucho y estar un paso atrás del campeón, pero la tercera ya debe luchar demasiado para mantener su lugar mientras que el resto simplemente está fuera de la carrera.
La telefonía celular ha cambiado mucho en sus casi 40 años de existencia, adaptándose constantemente a las necesidades del consumidor; en esa persistente metamorfosis, compañías se han levantado imponentes y en apariencia, invencibles, para después caer fulminadas ante la llegada de vanguardistas competidores. La historia se repite una y otra vez, pero ante la creciente complejidad de la economía, ahora más que nunca la supervivencia no sólo se trata de identidad, requiere de persistencia y de mantenerse vigente. Esta realidad va más allá de lo atractivo que luzca un dispositivo móvil, refiere a cada componente del aparato y en especial, a los servicios que brinda.
Tal como expresaba el icónico Martin Cooper, a quien debemos la existencia del teléfono celular, no todos pueden estar en la cima y de hecho, pocos son capaces de mantenerse dentro de la jugada. El mejor ejemplo se está dando con BlackBerry, que hace media década reclamaba la corona de los teléfonos inteligentes y hoy en día tiene problemas para obtener ganancias. Ante las dificultades, el fabricante canadiense tuvo a bien renovar su sistema operativo, esperando cautivar el corazón de nuevas audiencias y de paso, recuperar la fascinación de sus antiguos clientes. El problema es que no lo está logrando. Hay muchas respuestas a tal dilema, pero todo se resume a la incapacidad de brindar a su clientela un amplio repertorio de funciones tan accesibles y atractivas como lo hacen sus competidores, iOS y Android.
Pero aún la plataforma móvil de Apple comienza a perder la hegemonía que durante tanto tiempo defendió con maestría, lo que lleva a cuestionar si Android se convertirá en el líder supremo de las tendencias y en el favorito de los desarrolladores. A simple vista todo parece indicar que sí y tal vez lo mantenga al menos un par de años, después de todo es una opción que está presente en toda clase de dispositivos y marcas, sin mencionar que su flexibilidad permite personalizarlo a detalle. Pero en el fondo, hasta los esfuerzos más portentosos de Google no son garantía de estabilidad, pues se acerca Tizen, un rival que podría devorar al ecosistema si Samsung juega bien sus cartas, además de que a la competencia se suman Windows 8, Ubuntu Phone, Firefox OS.
Esta fragmentación se antoja ideal para saciar las necesidades de cada tipo de consumidor aunque presenta enormes complicaciones para los desarrolladores, pues deben adaptar sus aplicaciones a muy diferentes códigos. En todo caso, la estandarización bajo HTML5 augura una era de unificación, pues al usar el idioma de la web se garantiza compatibilidad no sólo entre plataformas móviles sino entre navegadores. Mozilla adoptó el lenguaje de Internet con ayuda de JavaScript para comunicarse con el hardware, mientras que Ubuntu usará aplicaciones nativas en Qt pero será compatible con HTML5 y Tizen también está apelando a desarrolladores web con herramientas especializadas. En pocas palabras, todos siguen el mismo camino.
Por supuesto, las similitudes aseguran un mayor arsenal de aplicaciones pero más allá, cada nueva propuesta tiene el desafío no sólo de encontrar su nicho, sino de que ese grupo al que apela sea lo más grande posible. Como siempre, un desarrollador apuesta por el ecosistema con más audiencia o al menos por el ámbito que garantice ganancias, de otro modo no vale la pena la inversión de tiempo, dinero y esfuerzo. Para Firefox OS y Ubuntu Phone las cosas no son tan complicadas, su enfoque está dirigido hacia los mercados emergentes, a ofrecer las mejores virtudes de un smartphone sin demandar tantos recursos de hardware y en consecuencia, adaptándose a equipos de bajo precio. Para este dueto, atacar a un público desatendido es mejor alternativa que intentar arrebatar una tajada del duopolio de Google y Apple, en especial ahora que hay tantos fabricantes –como Nokia, HTC, Huawei, ZTE y Alcatel– preocupados por cautivar al consumidor de bajos recursos.
El viacrucis lo tiene Microsoft, pues Windows Phone 8 ya demostró tener un código flexible y amigable, tanto como el de la versión para PC, pero que a cambio demanda cierto nivel de hardware para ejecutarse en términos óptimos. Nokia está comprometido con la plataforma, mientras que otras marcas comienzan a interesarse, pero su maldición es la misma que aqueja a todo nuevo OS móvil, incluido Android cuando recién arribaba: la falta de aplicaciones, situación que nos remite a un dilema cíclico, la falta de catálogo no atrae suficientes usuarios y a su vez, la falta de usuarios evita que los desarrolladores se sientan atraídos por la plataforma. Windows Phone 8 tiene la ventaja de ofrecer una interfaz muy distinta, pero fácilmente imitable y que según promesas de Ubuntu y Mozilla, sus sistemas operativos podrán replicar sin problema.
Al final del día, cada uno de estos sistemas operativos brinda interesantes características pero es casi un hecho que tras un par de años, algunos desaparecerán mientras surgirán nuevos. La incertidumbre está en las fechas de caducidad y en cuál de todos será el campeón en turno. Apple necesita una urgente renovación a su interfaz, lo que podría suceder con la mesiánica ayuda del diseñador británico Jony Ive, quien podría dejarnos una versión de iOS igual de estable pero sumamente atractiva y funcional. Google seguirá evolucionando las bondades de Android y tal como se le hizo costumbre, mejorando las características de otros para después hacerlas suyas. Y por último, Tizen es la entidad misteriosa que promete mucho pero aún tiene que probar su valía con una buena ejecución. Lo cierto es que en esta carrera sin final, la unificación de servicios podría servir para tomar la delantera, aspecto en el que iOS y Android tienen clara ventaja, seguidos de Windows Phone 8 –complementado por Xbox LIVE–. Como sea, se avecinan tiempos emocionantes y al final, el beneficio es para nosotros los usuarios, pues a mayor competencia mejores productos.
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