El tracto gastrointestinal o tracto digestivo humano alberga trillones de microorganismos, que consisten en más de 1000 especies distintas de bacterias. Estas bacterias son conocidas como flora microbiana, microbiana humano o microbiota normal, son responsables de ayudarnos con muchas de las funciones vitales del cuerpo y son parte clave de la comunicación que existe a través de moléculas de señalización entre el sistema nervioso, el cerebro y los intestinos.
Nuestra flora microbiana es algo realmente sorprendente, además de defendernos de patógenos, ayudan a la buena digestión y absorción de nutrientes, producen vitaminas (K y B) y estimula el sistema inmunológico.
Cada microbiota es única
Al nacer, nuestro tracto intestinal es casi estéril, pero en muy poco tiempo comienza a desarrollar una comunidad microbiana muy diversa y única para cada individuo (incluidos los gemelos idénticos), la composición de esta diversidad microbiana depende de muchos factores como:
- La composición de la flora microbiana de nuestra madre
- El tipo de alimentación del bebé (incluida la formula o la leche materna)
- Eventos estresantes o enfermedades
- El uso de antibióticos y otros medicamentos
- Condiciones de higiene
- El medio ambiente
Al cumplir 3 años, nuestra flora intestinal se estabiliza y su evolución continúa de manera más estable conforme nos hacemos adultos.
El desequilibrio en la flora microbiana afecta nuestro humor
Nuestra microbiota puede presentar un desequilibrio entre las bacterias beneficiosas y las que nos hacen daño, a esto se le llama disbiosis o disbacteriosis, este desequilibrio puede provocar desórdenes psicológicos, así como en el sistema gastrointestinal y nervioso.
Estar expuesto desde pequeños a situaciones de estrés –incluido el abuso psicológico, sexual y físico- incrementa el riesgo de desarrollar disbiosis. La razón exacta es desconocida, pero se sabe que el estrés perturba la creación de una flora microbiana estable. Un estudio reciente demuestra que 2 horas de estrés son suficientes para cambiar la composición de la microbiota.
Otro estudio realizado con ratones, muestra que 2 semanas de estrés causaron comportamientos de ansiedad y cambiaron la composición de la microbiota de los sujetos de estudio. La gente que sufre desordenes gastrointestinales son más susceptibles al estrés postraumático y a trastornos relacionados con la ansiedad. Todo esto forma parte de la comunicación intestino-cerebro.
Los probióticos
Los probióticos son alimentos con microorganismos vivos que permanecen activos en el intestino y ejercen importantes efectos fisiológicos. Ayudan a mejorar los síntomas de problemas como la astenia (cansancio, fatiga, debilidad física y psíquica), equilibran la flora microbiana y refuerzan el sistema inmunitario.
El tratamiento para trastornos gastrointestinales a base de probióticos no siempre tiene el mismo resultado en todas las personas, debido a que todos los probióticos son distintos entre sí y su efecto varía dependiendo de cada individuo. Es importante probar distintos tipos de alimentos probióticos para saber cuál es el indicado para cada quien.
Recientemente se ha identificado una clase de probiótico al que se le cataloga como “psicobiótico” debido a sus posibles cualidades antidepresivas. Los pacientes con desordenes gastrointestinales que han ingerido este tipo de probiótico, experimentaron una disminución en sus niveles de ansiedad, ya que este tipo de bacterias son capaces de producir sustancias neuroactivas como el ácido γ-aminobutírico (GABA) y la serotonina que actúan en la comunicación intestino-cerebro.
Los alimentos probióticos que puedes consumir y que son fáciles de encontrar son: Yogures frescos, el kéfir, el jocoque, chucrut, kimchi, pepinos encurtidos, té de kombucha, sopa de miso, tempeh, pan de masa madre y otros productos lácteos fermentados.
¿Qué más podemos hacer?
Sabemos que existe la comunicación intestino-cerebro, pero los científicos aún tienen muchas preguntas sin respuestas sobre esta conexión. Pero lo que si sabemos con seguridad, es que el establecer una flora microbiana saludable desde el principio de la vida de un ser humano es garantía de una mejor salud en el futuro.
La leche materna es una de las maneras más efectivas de crear una microbiota saludable, gracias a su alto contenido de bacterias beneficiosas para el ser humano. Los niños que fueron amamantados, por lo general gozan de una mejor salud que los niños que fueron alimentados con formula.
Podemos mejorar nuestra propia flora microbiana cambiando nuestra dieta y hábitos alimenticios. En la actualidad ingerimos alimentos altos en azúcar y grasa, pero poca fibra natural, afectando el equilibrio de una microbiota saludable. Alimentos altos en fibra como los vegetales, las frutas y los granos enteros son esenciales para promover el crecimiento y actividad de bacterias benéficas.
No se recomienda ingerir los vegetales de hojas verdes en crudo porque nuestro sistema digestivo no cuenta con las habilidades suficientes para procesar el ácido oxálico que está presente en las hojas verdes. El ácido oxálico se adhiere al hierro y al calcio e impide su absorción produciendo así un desbalance mineral. El cocinar dichos vegetales es suficiente para neutralizar el ácido oxálico que se encuentra en este tipo de alimentos.
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