Sanguinario dictador africano recibió un premio por "sus esfuerzos de paz"

Ya casi se está volviendo tradición que le den el premio Nobel de la Paz a la persona menos indicada —se lo dieron a Barack Obama—, pero ese razonamiento ilógico y aberrante no es exclusivo, también lo hacen en China con preocupante frecuencia. Por eso no es sorpresa que el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, acaba de recibir el equivalente asiático del Nobel de la Paz por su "ejemplar liderazgo y los esfuerzos que está haciendo para unificar a las naciones africanas".

Lo irónico del caso es que Mugabe, de 91 años, es un dictador que lleva la tercera parte de su vida gobernando con puño de hierro en Zimbabue, al punto de lo sanguinario —algo nada raro en muchos países de África—. Los organizadores del premio Confucio de la Paz dicen que Mugabe "ha enfrentado dificultades de todo tipo y ha comprometido su vida para construir un orden político y económico".

Obvio que en la asociación que da el Confucio de la Paz no todos están de acuerdo. Gorden Moyo, el representante del Partido Democrático Popular de China, dice que "el reinado de Mugabe fue creado con sangre, violencia y crueldad" y que el dictador es un sádico que se deleita con el sufrimiento de la gente. La opinión pública en casi todo el mundo también considera que Mugabe es un tirano brutal y de hecho, es uno de los principales promotores en contra de la homosexualidad; en Zimbabue la comunidad LGBT sufre graves consecuencias por expresar sus ideales.

A estas alturas, creo que tendría mucho sentido crear un premio Hitler de la Paz.

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