En el marco del 247.° Encuentro Nacional y Exposiciones de la Sociedad Americana de Química (ACS, por sus siglas en inglés), Anne Morrisey, investigadora de la Universidad de Dublín, presentó los principios teóricos de un sistema de purificación de agua activado con rayos solares.
El grupo de científicos dirigido por Morrisey inició la experimentación utilizando dióxido de titanio, un catalizador cuya actividad depende proporcionalmente de la luz ultra violeta. Para aprovecharlo como agente de limpieza, los investigadores debían obtener una configuración espacial del compuesto que le permitiera activarse dentro del espectro de luz visible.
El reto no fue problema para ellos, sin embargo, concluyeron que la actividad del dióxido de titanio no alcanzaba los niveles deseados. Por ello, optaron por soportarlo sobre grafeno, un material con increíbles propiedades de absorción luminosa y cuya estructura bidimensional facilita la inmovilización de otras sustancias. De esta forma, el grafeno se encarga de capturar los contaminantes contenidos y de aproximarlos al dióxido de titanio, que los transforma en componentes no tóxicos.
Los investigadores aún deben llevar a cabo varias pruebas para evaluar que los subproductos del sistema no sean nocivos para la salud humana. La tecnología no está diseñada para purificar agua que no ha sido tratada en una planta previamente, pues actúa como los hacen los filtros comerciales para tomas domésticas.
Sus creadores aseguran que este método es capaz de degradar numerosos compuestos orgánicos (como pesticidas o medicamentos) con el fin de hacer del agua un recurso más saludable para el consumo humano. Se implementará en equipos comerciales tan pronto como se determine su eficacia.
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