Travis Kalanick is a douchebag (Travis Kalanick es un imbécil) fue una frase que se repitió hasta el cansancio durante los inicios de Uber y a lo largo de su ascenso a la cima. Kalanick era un CEO extraño, agresivo e imparable, alguien dispuesto a hacer lo que fuera con tal de seguir empujando a su compañía hacia arriba.
¿Esta regulación nos está frenando? Hay que ignorarla. ¿Hay una ley que no permite que operemos aquí? Hay que operar en secreto. ¿Hay un equipo de reguladores que nos está investigando? Hay que bloquearlos. ¿Nuestros choferes también están trabajando con la competencia? Necesitamos espiarlos y seguir sus movimientos. Kalanick tenía una respuesta para todo, pero casi todas eran equiparables a quitar su lunch al más débil del salón para saciar nuestra hambre. La gente comenzó a notarlo y empezó a quejarse.
¿Y los inversionistas?
En aquel tiempo todo mundo estaba encantado, Kalanick no se detenía con nada, el valor de Uber seguía aumentando y la compañía parecía arrasar con todo a su paso y la verdadera genialidad del plan es que los principales militantes de Uber eran los usuarios. Todas las personas que tomaban un Uber y se maravillaban con lo sencillo y conveniente; la diferencia de subir a un automóvil privado operado con un conductor amable y atento enamoró a los usuarios de Uber. No intercambiar dinero en la transacción, no tener que estar peleando a pie de calle con otros pasajeros para hacer la parada a un taxi… no tener que lidiar con taxistas groseros: Uber era una solución mágica.
La promesa de seguridad fue otro de los puntos a favor de la empresa. Puedes salir de una fiesta, en el peor estado posible y tu Uber te llevará a tu casa, sin preocuparte por tu seguridad. Incluso Kalanick se colgó de la premisa de que, con Uber, las violaciones a mujeres a bordo de transporte se habían resuelto, eran algo tan del pasado como levantar la mano en la calle y gritar “taxi”… hasta que un conductor de Uber violó a una pasajera y luego otro y luego otro, etcétera.
Houston sent its own citizens a cease and desist - the city doesn't want to hear abt Uber anymore - http://t.co/21wsWRSxdE #HoustonNeedsUber
— travis kalanick (@travisk) February 27, 2014
Al inicio, Uber contó con el apoyo de una cantidad enorme de personas en todo el mundo que abogaban por la empresa y presionaban a los legisladores locales para abrir las barreras que estorbaban a Uber. Y así, Travis Kalanick era percibido como uno de los CEO más efectivos y eficaces; los accionistas lo veían como el campeón que estaba logrando que la valuación de la empresa aumentara de manera estratosférica. Las noticias de que Kalanick era un agente tóxico, un pendenciero y una persona con pocos escrúpulos han estado allí durante años, sin embargo, la plataforma de oro sobre la que estaba parado lo mantuvo inmune e inalcanzable hasta este año.
¿Y los empleados?
Los empleados de Uber fueron parte importante para suscitar los cambios que la compañía está viviendo actualmente. Sí, la compañía ya se había metido en problemas cuando Kalanick aparentemente apoyó a Trump en su campaña y, poco después, la gente interpretó un tweet de Uber como un intento por menoscabar e, incluso romper, una huelga de taxistas tradicionales que protestaban contra el presidente de Estados Unidos y sus políticas migratorias. A raíz de esto, se creó el hashtag #DeleteUber y, a la fecha, cientos de miles de clientes han cerrado sus cuentas como protesta a las políticas de Uber.
Pero el verdadero calvario de la compañía y de Travis Kalanick comenzó después, cuando una exempleada, de nombre Susan Fowler, detalló en un blog su experiencia en Uber, una que incluyó acoso y hostigamiento sexual desde el primer día y mostró que Uber tenía cero interés en, no digamos ya prevenir la situación, sino en ayudar a sus empleadas a salir bien libradas de resistirse a los avances de sus jefes. Esta entrada de blog, escrita de manera ecuánime y profesional, se convirtió en el arma que derrumbó un imperio.
Además del acoso sexual, el blog de Fowler sirvió para iluminar otras áreas críticas en la empresa, especialmente en lo que a la cultura laboral se refiere. Aparentemente, en todos los niveles de la empresa, acabar con tus compañeros de trabajo y con tu jefe era la manera de escalar y de mejorar tu situación laboral. Este ambiente tóxico, que muchas veces dejaba entrever misoginia, discriminación y racismo, parece haber sido el responsable de, al menos, un suicidio documentado.
Y los ejecutivos de la empresa no sólo no ayudaban a frenar esto, sino que lo promovían en muchos niveles. Un ejemplo del tipo de liderazgo tóxico de Uber involucra un caso de acoso a la competencia en el que el mismo Kalanick y el gerente de operaciones de Nueva York organizaron a los ejecutivos y empleados de Uber locales para pedir viajes de Lyft, uno de los principales competidores de Uber en Estados Unidos y cancelarlos antes del límite de 5 minutos. El problema fue que estas peticiones falsas llegaban a ser cientos e incluso miles de manera simultánea, lo que causó un cese de operaciones temporales en Lyft. Claro que Uber acusó después a Lyft de haber hecho lo mismo y la situación quedó en una tregua delicada e inestable.
Entonces, por un lado, tenemos a un Kalanick enamorando a sus inversionistas, pero pisoteando a sus empleados; capturando la atención del público con un mejor servicio que el de los taxis comunes, pero atacando de manera inmoral y mezquina a la competencia; proclamando que su servicio era la respuesta al problema de violaciones femeninas a bordo de taxis, pero permitiendo una cultura laboral en la que el acoso sexual era cosa común y de todos los días. El teatro comenzó a caer cuando los primeros casos de mujeres violadas por conductores de Uber se registraron en 2014.
¿Y los conductores?
También en 2014, Kalanick hablaba de que el futuro de Uber dependía de un solo objetivo: lograr desplegar una flota de vehículos autónomos (que se manejan solos) para poder eliminar el gasto más grande que tiene la empresa: los conductores. Y, ¿qué tan grande es este gasto? En 2016, Uber recaudó ingresos de más de $20 mil millones de dólares pero de éstos pagó más de $13.5 mil millones de dólares a sus conductores, lo que la dejó con $6.5 mil millones de dólares, pero sus gastos operativos fueron de $9.3 mil millones de dólares.
Los conductores son el gasto más grande de Uber
El problema es muy claro: Uber no es rentable, ni está cerca de cerlo. De cada viaje realizado, la compañía subsidia 60% del costo, imagínate, 60%. Y, como vimos, los conductores son el gasto más grande de la ecuación, así que, fríamente, metálicamente, Uber tiene la necesidad de adoptar una tecnología que permita recortarlos, además de añadir un lugar para otro pasajero. Sin embargo, también es cierto que el trabajo de toda esta base de trabajadores fue lo que permitió a Uber levantarse y llegar a la cima; estos conductores son los que seguirán empujando a la compañía hacia arriba, mes con mes, acercándola a su meta. Y cuando lo haga, el plan es emprender el vuelo sin ellos.
Como mencionamos, Kalanick comenzó a hablar del tema en 2014 y aquí está la famosa cita del comentario con el que el entonces CEO de Uber reveló al mundo su sangriento plan:
“Cuando no hay otro tipo en el coche, el costo de tomar un Uber en cualquier lugar se vuelve más barato que tener un vehículo. Así que la magia allí es, básicamente, llevar el costo [de usar Uber] por debajo del costo de propiedad para todo el mundo y entonces la propiedad de los autos se va.”, declaró Kalanick.
Actualmente, la empresa está tratando de mejorar la calidad de vida de los conductores lanzando un plan de 180 días para tomar medidas como permitir que los usuarios den propinas a los conductores y que éstos comiencen a cobrar su tarifa después de 2 minutos de esperar al pasajero o cobrar $2 USD adicionales a la tarifa base de los pasajeros adolescentes. Pero, ¿cuál es el caso? ¿Cuál es el impacto real de estas medidas? A fin de cuentas, el plan final de Uber es deshacerse de todos sus conductores y lo peor es que son éstos quienes siguen y seguirán cavando su tumba.
#girlpower https://t.co/F23ruQtljK
— Bozoma Saint John (@badassboz) June 6, 2017
¿Y los clientes?
Como cliente de Uber debemos preguntarnos, ¿cuánto más podemos soportar? Ya sabemos que la compañía basó su éxito en prácticas inmorales y en algunos casos ilegales, también sabemos que la compañía hará lo que sea para salirse con la suya, y hasta apropiarse y manejar de manera ilegal documentos médicos privados de sus clientes, incluso cuando hay delitos sexuales de por medio. Sabemos que el acoso sexual y el sexismo forman parte de sus prácticas diarias y que todo parece indicar que cualquier cambio o modificación a esto no es más que una pantalla de humo.
Los accionistas de la empresa corrieron a Travis Kalanick porque tienen miedo, miedo de que el siguiente escándalo de Uber conteste esa pregunta. Uber ya no puede darse el lujo de perder más clientes, especialmente ahora que la viabilidad de su proyecto de vehículos autónomos está en peligro gracias a la demanda de Waymo.
Y los usuarios lo estamos notando; según una encuesta hecha por Morning Consult, 57% de los usuarios de Uber se han enterado de mucho de lo que está pasando en la compañía, especialmente en lo relacionado con “bullying, sexismo y acoso sexual. Además, 50% de los usuarios sabe que una gran cantidad de ejecutivos de Uber ha abandonado la compañía, 45% está enterado del programa ilegal que Uber utilizó para monitorear a las autoridades y violar las regulaciones, 45% sabe que hay otra compañía [Waymo] demandando a Uber por haber robado su tecnología. Pero el dato importante es que 23% de los usuarios ha dejado de usar el servicio con tanta frecuencia debido a todo esto y 19% borraron la aplicación y dejaron de utilizarlo completamente.
¿Y la Cheyenne?
La Cheyenne en este caso es un cambio de modelo de negocios que no involucre deshacerse de su base de conductores, sin embargo, Uber ni siquiera está considerando este camino; todos sus esfuerzos están puestos en los automóviles eléctricos, sin embargo, el cambio de CEO y, siendo realistas, los nuevos acontecimientos en la demanda de Waymo podrían influenciar la búsqueda de otro sistema más inclusivo.
Pero, a final de cuentas, actualmente, los inversionistas se dieron cuenta de que si no cambian al menos la opinión del público sobre su compañía, ésta no podrá sobrevivir y, al menos por el momento, la directiva se enfocará en cambiar la percepción actual de Uber y en desarrollar sus vehículos autónomos como sea necesario y eso está marcando el inicio de la nueva marcha forzada hacia el lanzamiento de esta tecnología y pondrá fin al sistema actual de negocios de Uber y a la fuente de trabajo de sus conductores.
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