Probablemente para cuando leas esto yo estaré tomando el sol con un buen libro (digital) en una mano y un mojito (muy real) en la otra. Y no, no se lo estoy escribiendo a ninguna mujer con afán de despedirme de ella, como sucede en las películas. No, te lo digo a ti porque voy a disfrutar cada instante de esos días de descanso. Seguramente quieres preguntarme: "¿Porque te lo mereces?" Bueno, sí, pero más importante: por el trabajo que me costó poder encontrar la reservación y pagar el viaje; me sacó canas verdes.
Recuerdo perfecto cuando íbamos mis hermanas, mis papás y yo a las agencias de viajes. Locales enormes llenos de escritorios con grandes máquinas de escribir y al menos 4 líneas telefónicas. Había muchos empleados y secretarias; tenían mesas llenas de café, agua en garrafón y galletas; algunas tenían, incluso, un servibar con refrescos y chocolates. Nos sentaban en una sala de espera y nos sentíamos muy seguros con el pedazo de papel en la mano de mamá que tenía impreso el turno para ser atendidos.
Seis sillas eran puestas alrededor del agente de viajes y checábamos hoja por hoja los enormes libros llenos de promociones que tenían disponibles para ese año. Primavera-Verano era el primer tomo y Otoño-Invierno el segundo. Así mi papá logró llevarnos a lugares lindos en la República Mexicana y recorrimos la mayor parte de los trayectos en auto; nunca olvidaré la vez que tuvimos que orillarnos en la carretera Acapulco-Ixtapa porque simplemente no se podía ver con la tremenda granizada que nos tocó.
Pasó el tiempo y seguimos yendo a las mismas agencias de viajes, sólo que los tomos se hicieron revistas, las revistas se hicieron folletos y los folletos... bueno, pasaron a la pantalla de una computadora que proyectaba claves y números de colores. Únicamente los agentes de viajes le entendían a esos programas raros. "Quiero ver si tiene un vuelo más tarde... como a las 4", les decía mi papá. Ellos tecleaban claves largas y raras, con las que aparecían un sin fin de números y abreviaciones en colores, luego decían muy seguros: "sí, hay uno 4:45 que sale con una línea norteamericana, tiene espacio para ustedes 6 y hay asientos en ventana disponibles, habrá carne o pollo como opciones de comida". ¿Cómo sabían todo eso de ver una pantalla sin texto?... ni idea.
Hoy ya no recuerdo la última vez que fui a una agencia de viajes. De hecho, hace mucho que no veo una. Tampoco he visitado la oficina de venta de boletos de una línea aérea... en retrospectiva se me hace una pésima manera de planear un viaje. Hablar con una persona que no te conoce y tampoco el lugar que quieres visitar, es un simple intermediario que te apoya para que compres con ellos y después de atender 15 casos como el tuyo se pueda ir a comer... y después de otros 25 casos pueda irse a casa.
Tiempo después, comenzó mi etapa de viajar solo que duró como 10 añotes. Me acercaba a agencias para jóvenes que tenían precios más accesibles y ofrecían hospedaje en hostales para que encontraras opciones más cercanas a tu presupuesto. Buscando ofertas con ellos —y usando mi credencial de profesor— logré entrar gratis o al menos a muy buen precio a lugares espectaculares. La pasé increíble, pero debo decir que de todas maneras era una monserga organizar dichos viajes. Horas frente a un escritorio escuchando opciones de una persona que rara vez tenía disposición o si quiera la capacitación adecuada para ayudarte de verdad. Vuelo por vuelo, línea por línea, hostal por hostal, tren por tren, paquete por paquete, lo entiendo, ¡de verdad! Escuchan itinerarios increíbles y no los van a vivir. Es como cuando íbamos a despedir a mi papá al aeropuerto y yo siempre pensaba "¡cuándo me voy a ir yo!"
En fin, pasaron los años y debo decir que varias veces, cuando mencionaba algún plan de viaje, muchas personas me sugerían comprar en Internet. Me decían que era fácil y muy confiable, pero soy muy desconfiado y algunas cosas se me complican. Todo cambió el día en que me senté frente a una computadora en casa y accedí a un navegador para planear un viaje, totalmente decidido y generado por mí. El resultado fue una maravilla: los vuelos, los hoteles, los trenes, los barcos, los tours, todo a mí ritmo y a mi tiempo. Ha sido la única manera en que he viajado con mi pareja desde hace casi 8 años.
Bueno, pues aquí mis recomendaciones para comprar viajes en línea:
En lo personal no me encanta que algunas ya tengan una versión para México. ¿Por qué? Porque me da la impresión —aunque no lo puedo asegurar— que cuando llegan a nuestro mercado hacen negocio con las empresas de nuestro país —obvio y qué bueno—, pero esto implica que suben los precios para nosotros. Ya no pasamos inadvertidos y nos enfrascan en su target. De todas maneras en muchos sitios y aplicaciones encuentras cosas muy buenas y logras muy buenos tratos.
No cometas mi error: en cuanto veas una buena oferta, tómala. Habla con tu pareja, tus amig@s o tu familia en caliente y compra. Si dices "le hablo al rato y mañana lo compro" no va a funcionar. Eso aplica para cualquier oferta que veas estos días: viajes, ropa, aparatos electrónicos, muebles... todo.
Cuando leas esto yo estaré recostado tomando el sol con un libro (digital) en una mano y un mojito (muy real) en la otra... pero si te da envidia piensa que en la mente tendré muy presente que, de haber comprado este viaje en oferta cuando pude, podría disfrutar de más mojitos, más souvenirs o incluso una noche más. Que tonto soy… no me vuelve a pasar.
Alfredo Romo es conductor en Siempre 88.9 FM de 15 a 18:30hrs; puedes escucharlo en www.siempre889.com.mx
Además, es voz para TV Azteca en diferentes ciudades de la República Mexicana.
Ha impartido clases de comunicación en diferentes universidades y adora la tecnología, el baseball, el tenis y las bicicletas.
Síguelo en: www.facebook.com/romoalaire
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