¿Quién quiere una phablet?

El mercado no suele aceptar bien a los híbridos, pero ésta podría ser la excepción

Híbridos monstruosos, mitad tablet, mitad teléfono. Demasiado grande para ser un móvil, muy pequeño para ser una tablet, un extraño dispositivo se está haciendo un espacio en el mercado: la phablet. A juzgar por su estética y posibilidades de uso, dudaríamos que esta invención tuviera éxito, pero el impredecible mercado les está dando una oportunidad. ¿Quién ―en su sano juicio― quiere un phablet? Más gente de la que piensas.

Un bestiario tecnológico

La historia de la tecnología está llena de estos aparatos fantásticos que tuvieron éxito mínimo; quimeras que destacaron por su rareza y terminaron convirtiéndose en experimentos fallidos. ¿Quién no recuerda, por ejemplo, al mítico N-Gage de Nokia, mitad consola de videojuegos, mitad teléfono? Su caso es ilustrativo.

N-Gage fue el intento de Nokia por crear un híbrido de consola portátil y celular
N-Gage fue el intento de Nokia por crear un híbrido de consola portátil y celular

Cuando fue lanzado, el N-Gage apelaba a un mercado de jugadores que aún consumía títulos físicos. En celulares, la gama de juegos se limitaba al “de la viborita”, y consolas como el Game Boy Advance dominaban las ventas. Algún genio del marketing pensó que debía existir una consola portátil desde la que pudieras hacer llamadas. Nokia la fabricó y fracasó estrepitosamente.

En realidad, la N-Gage falló por 2 razones. La primera fue su funcionalidad, pues había que quitar la batería para cargar el cartucho, algo incómodo para el jugador. Empero, la causa más importante fue la llegada de los juegos descargables, una manera de distribución más sencilla que le ganó la partida. Nadie quería hacer llamadas desde su consola, sólo un teléfono en el que fuera posible jugar, que no es lo mismo.

En esa línea, también encontramos a las netbooks, computadoras portátiles de formato pequeño y requerimientos básicos de software y hardware. Tuvieron su boom hace un lustro y la fiebre pasó pronto. Se hicieron populares entre la gente que buscaba un equipo barato y le daba mucha importancia a la portabilidad. Pero también mordieron el polvo.

Las netbooks fueron muy populares por su bajo costo, a pesar de su desempeño regular
Las netbooks fueron muy populares por su bajo costo, a pesar de su desempeño regular

Las netbooks eran baratas, y esa era su principal cualidad. Pero hasta ahí. Contaban con procesadores poco potentes, memoria RAM limitada y discos duros pequeños. La autonomía de la batería era pobre, nunca más de 2 horas de duración.

Este experimento murió a partir de 2 nuevos contendientes: el iPad ―y toda la generación posterior de tablets―, que ofrecía más autonomía, portabilidad y un entorno más atractivo y las ultrabook, lideradas por la MacBook Air, que ofrecían las cualidades de una portátil, más ligereza y un disco duro de estado sólido.

Un último experimento fallido fue el teclado semi-QWERTY. Sólo puedo calificarlo como una abominación. En el intento por mantenerse vigente, Hewlett-Packard lanzó un teléfono que combinaba el teclado normal de un celular con uno QWERTY. Es decir, para obtener la letra Q tenías que apretar una vez el número 1; para la W, 2 veces; para la E, 3 veces. Usaba el paradigma de la escritura de SMS clásica, pero con otro orden de teclado. Una barbaridad de usabilidad. Sobra decirlo, a esta idea la mató el mercado rápidamente.

¿Puede sobrevivir la phablet?

Es difícil rastrear el origen de la primera phablet, pero el Samsung Galaxy Note podría ser considerado el pionero de la tendencia actual, seguido por marcas como LG o HTC. Después de todo, si la gente quiere un celular y una tablet, ¿por qué no darle ambos en un sólo dispositivo?

La phablet cumple ambas expectativas: ofrece todas las funcionalidades de una tablet (bueno, con una pantalla de menor tamaño), navegación por datos (como cualquier tablet en el mercado) y llamadas por voz. Pero también está el inconveniente de que es difícil de manipular ―sobre todo con una mano― y de que no es tan discreta como un teléfono convencional.

El Samsung Galaxy Note es considerado pionero en el mercado de las phablets
El Samsung Galaxy Note es considerado pionero en el mercado de las phablets

Si nos atenemos a la historia de los dispositivos, la phablet apunta a ser uno de estos experimentos fallidos. Sin embargo, también hay indicios que sugieren su sobrevivencia. Tomemos como ejemplo, nuevamente, a las consolas portátiles y los teléfonos móviles. Los celulares cada vez ganan más terreno como consolas para el público general, es decir, como un producto sustituto de 2 aparatos.

Lo mismo ocurre con las cámaras digitales. Teléfonos como el Lumia 1020 tienen una capacidad fotográfica que no sólo rivaliza, sino que supera a la de las cámaras en el mercado. De nuevo, a nadie se le ocurrió vender una cámara desde la que puedes llamar, sino un teléfono con el que sea posible tomar buenas fotografías. Es una diferencia sutil, pero importante en el mensaje para los consumidores.

Tanto en la cámara como en la consola, el smartphone se vende como algo útil con un fin lúdico, no viceversa. El teléfono es la navaja suiza y lo demás son funcionalidades nuevas ―que además pueden combinarse, como subir tu resultado de Candy Crush a Facebook o usar tus fotos en Instagram―. Hay una lógica de aprovechamiento de los recursos.

En realidad, el teléfono inteligente ¡ya es como una tablet! En una tablet es posible hacer lo mismo que en un teléfono, pero la pantalla es más grande ―una ventaja si quieres leer una revista o ver una película―. Las funciones de ambos dispositivos son similares, y si se ve desde esta perspectiva, la phablet es ilógica: una pantalla grande que se queda a medio camino; apenas cómoda para su portabilidad y con un tamaño menor al de la tablet.

Lo que debería ocurrir es que la phablet se venda como una tablet con teléfono, no al revés. El teléfono ya no es un aparato: es una función. Pensemos, por ejemplo, en los relojes que incluyen un teléfono. Todos los smartphones muestran la hora; el resultado es que menos gente usa relojes de pulsera. Dispositivos como Pebble tomaron la dirección contraria: mantener al reloj de pulsera e incorporarle la función de llamadas y SMS. Ambos coexisten en el mercado porque tienen objetivos diferentes.

Como híbrido, la phablet está en un área gris. Trata de resolver el problema de un teléfono con una pantalla amplia, cuando debería concentrarse en ser una tablet para hacer llamadas. Parece confuso, pero no lo es. La phablet existe porque estamos acostumbrados a que el teléfono sea un dispositivo, no un añadido. Nadie le dice camarófono a un teléfono con cámara, ni grabarófono a un teléfono con grabadora, ni iPodófono a cualquier teléfono que reproduce música.

La phablet es una transición con 2 soluciones: surge un mercado de tablets con teléfono integrado (y comenzamos a considerar normal hacer llamadas desde una tablet) o el mercado ―diverso e impredecible― decide que son una moda pasajera y seguimos con el teléfono como el factor que define la naturaleza del dispositivo. Me queda claro que, si atendemos los casos iniciales, es probable que corra la misma suerte que los híbridos en la naturaleza: sobrevivir sin descendencia ni legado.

Fotos:
Portada: (CC) John Biehler / Flickr
N-Gage: (CC) Andrew Currie / Flickr
Netbook: (CC) eko / Flickr
Samsung Galaxy Note: (CC) John Karakatsanis / Flickr

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