Si pasas mucho tiempo en una alberca, bañándote o lavando, seguramente has notado que las palmas de tus manos y las plantas de tus pies se arrugan. Aunque parezca algo muy sencillo, es un gran avance de la evolución. De la misma manera en que las llantas tienen surcos, nuestra piel se arruga para mejorar el agarre de objetos y superficies mojadas.
La Universidad de Newcastle incluso hizo un experimento para comprobarlo. En él, las personas debían recoger canicas de diferentes tamaños con las manos normales y después con los dedos arrugados. Los participantes recogían canicas mojadas más rápidamente si tenían los dedos arrugados. Por otro lado, estos surcos no mejoraron la rapidez al sujetar objetos secos.
“Los dedos arrugados dan un mejor agarre en mojado, lo que funciona como las huellas de las llantas que permiten que más parte de la rueda esté en contacto con el firme y se realice un mejor agarre”, explicó Tom Smulders, autor de la investigación.
Este cambio en la piel hace que el agua se resbale por las hendiduras y la parte sobresaliente se adhiera a los objetos. Las plantas de los pies también se arrugan para ayudar a que más superficie de piel se sujete a pisos mojados o húmedos y no te resbales.
La responsable de la transformación de la piel es la keratina —proteína que forma las capas externas de la piel, pelo y uñas—. La estructura fibrosa de la keratina absorbe agua y se expande hasta 5 veces para formar las ondas en tus dedos.
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