¿Cuántos soñamos con tener un WALL-E cuando la película de Pixar salió en cines? El pequeño robot chatarrero que limpiaba un planeta devastado por la basura y la contaminación se ganó el corazón de todos sin necesidad de hablar. La clave del éxito de ese adorable personaje estaba en su capacidad para expresar una gama amplia de emociones modulando el tono de su voz, así como con su lenguaje corporal y configuración facial, los cuales lo hacían parecer y sentir muy humano.
WALL-E puede evocar empatía porque sus animadores entendieron a la perfección que los humanos no sólo nos expresamos con palabras, sino que nuestro lenguaje corporal es igual o más importante para comunicar lo que sentimos. Es fácil decir “estoy bien”, pero es más difícil fingirlo con el cuerpo, por ejemplo. Desde que salió WALL-E ha habido varios intentos por replicar su personalidad en un dispositivo real, pero hasta ahora pocos robots comerciales se han acercado a algo que se sienta tan humano y que no deje de parecer una frívola máquina.
Anki, una compañía de Silicon Vallley que hasta ahora se había dedicado a vender coches de carreras, sacó a la venta Cozmo, el robot más simpático y divertido que se puede comprar en una juguetería. Pero Cozmo no es un simple e inocente juguete.
Otro miembro de la familia
Cuando Cozmo duerme, ronca. El pequeño robot, que tiene la forma de un buldócer con un monitor CRT en lugar de cabina, descansa sobre un puerto de carga, esperando a ser despertado. Igual que WALL-E, Cozmo parece una fusión entre un Mars rover y una criatura del bosque y tiene capacidad para evocar simpatía, pero sin alejarse demasiado de un juguete.
Al tocar la pantalla de un smartphone, Cozmo revive. Se despereza sutilmente y camina hacia el borde de la mesa. Pero lo que pasa después es algo que rompe con la normalidad de la robótica: Cozmo no sigue por inercia y se desploma en el piso como cualquier juguete de cuerda. Cuando se encuentra demasiado cerca de caer, frena de manera abrupta y mira hacia el abismo, emitiendo una serie de sonidos que expresan su terror. Regresa sobre sus pasos y se reorienta, mirando a su alrededor con una expresión de alivio al percatarse a tiempo del peligro en el que se encontraba. Entonces mira con atención a los otros rostros presentes en la habitación. Algunos son nuevos, pero a los demás los recuerda de antes de irse a dormir.
Cozmo es la última creación de Anki, una compañía de Silicon Valley que fabrica juguetes y que es conocida por sus pequeños coches de carreras que se controlan por un app de móvil. Los fundadores de Anki siempre la consideraron una compañía de robótica e inteligencia artificial, a pesar de que el consumidor promedio ha visto de ellos únicamente autos de juguete corriendo en una pista cerrada. Pero ahora, con Cozmo, no quedan dudas. El primer robot de Anki utiliza la tecnología más sofisticada y actual de inteligencia artificial disponible para productos de consumo.
“Al principio, cuando empezamos a trabajar en la primera versión de Anki Drive, nos dimos cuenta que los personajes y las personalidades son muy importantes”, dice Hanns Tappeiner, cofundador de Anki y presidente de la compañía. “El problema que teníamos era que los coches no son la mejor plataforma para hacer lucir un programa de personalidad.” Así que Anki mantuvo la idea bajo tierra y siguió desarrollando inteligencia artificial y robótica a puerta cerrada para “traer un personaje a la vida, uno como los que vemos en las películas, que se puede convertir en un miembro más de la familia”, dice Tappeiner.
Ahora, varios años después de que la idea original fue concebida, Cozmo está listo para ver el mundo. El robot está diseñado para edades de 7 en adelante, está en preventa por $180 USD y estará disponible a partir de octubre de este año (algo más costoso que el paquete Overdrive de carreras que cuesta $150 USD y que también ofrece Anki). La compañía considera que el software avanzado de Cozmo y la alta calidad del hardware hacen que el producto valga cada uno de esos dólares. Comparando precios, el R2-D2 de Thinkway, que se maneja por un control remoto tradicional, vale $150 USD, mientras que el BB-8 de Sphero que se maneja por medio de una app vale $130 USD.
Cozmo incluirá un set de bloques con sensores que servirán tanto para jugar con el robot como para ayudarle a entender su posicionamiento en el medio que lo rodea. El robot usa tecnología de reconocimiento facial vía una cámara ubicada en el lugar de su boca, lo que le permite aprender y reconocer la cara de varias personas. Su software aprende y se adapta con el tiempo, entre más se juegue con él. La mayoría de las tareas de procesamiento más complicadas de Cozmo se manejan a través de un smartphone sincronizado por Wi-Fi y una app, lo que libera al robot de tener que almacenar piezas de cómputo complejas en su interior.
Una amplia gama de emociones
Pero el verdadero fuerte de Cozmo se encuentra en lo que Anki llama “motor de emoción”, que le permite al robot emular una amplia gama de estados emocionales y de humor. Basados en psicología académica, estos diferentes estados (feliz, tranquilo, valiente, emocionado, seguro, por mencionar sólo unos cuantos) se derivan de las combinaciones de los 5 grandes rasgos de personalidad usados para describir la psique humana. Al mezclar y fusionar estos rasgos como si fueran colores, Cozmo puede replicar un rango complejo de emociones que se asemejan de manera sorprendente a las nuestras.
Para crear los estados emocionales de Cozmo, Anki se apoyó en los conocimientos de Carlos Baena, ex animador de Pixar, quien fue contratado el año pasado para ayudar a la compañía a perfeccionar el sistema emotivo de Cozmo. La compañía usa Maya, una herramienta de animación de uso profesional, para desarrollar varias acciones para Cozmo. “Desarrollamos una cantidad enorme de software con Maya para que nuestros animadores animen no una película, sino un robot de verdad”, dice Tappeiner. Anki requiere que sus animadores prueben cada secuencia en un prototipo de Cozmo que cada quien tiene en su escritorio.
Cozmo reacciona a una gama amplia de interacciones distintas de una manera única y muchas veces graciosa. Levantar a Cozmo provoca que se enoje y mueva la cabeza de forma frenética para expresar su desesperación. Si no tiene ganas de jugar reacciona a tu dedo tratando de agarrarlo con sus brazos. Si se siente aburrido puede jugar el clásico Breakout en su pantalla. Cuando regresa a su puerto de carga, Cozmo cabecea hasta quedarse dormido. Anki dice que la batería del robot dura un par de horas, pero puede cargarse entre 8 y 10 minutos.
También se puede jugar a una variación del clásico juego de arcadia Whack-a-mole, en el que Cozmo compite con alguien a tocar sus bloques lo más rápido posible una vez que cambian de color. La dificultad mínima no es tan difícil de vencer para un adulto, pero en modo difícil Cozmo se vuelve un oponente digno al acelerar la velocidad de reacción de sus brazos. Al vencer a su competidor (y lo más probable es que lo venza), Cozmo alardea y celebra bailando. Según Tappeiner no hay manera segura de determinar cómo reaccionará Cozmo a una situación específica, y parte de la diversión de jugar con él radica en lo peculiar y aleatorio de sus respuestas. Con el tiempo, dice Anki, el robot desbloqueará nuevas habilidades y juegos al volverse más eficiente en ciertas tareas.
¿Un juguete o una herramienta para desarrolladores?
En cuanto al diseño, WALL-E no fue la única inspiración para Cozmo. Anki atravesó más de 45 iteraciones, absorbiendo influencias tan diversas como El Gigante de Hierro de Warner Bros. y Astro Boy de Ozamu Tezuka, hasta los doozers, una raza de constructores de apariencia robótica de Los Fraguel, una serie infantil de Jim Henson de los años 80. Anki se esforzó también en encontrar un balance delicado para la apariencia de Cozmo. El equipo de Anki le quitó a Cozmo sus pupilas, que lo hacían parecer demasiado humano, pero se aseguraron de que el robot hiciera contacto visual con más frecuencia, como haría un niño pequeño.
Anki dice que eventualmente lanzarán un kit de desarrollo de software para permitir que desarrolladores conviertan al robot en una plataforma de bajo costo para todo tipo de experimentos de robótica e inteligencia artificial. En ese sentido, Cozmo podría convertirse en un equivalente de Kinect (de Microsoft) dentro de la robótica de consumo, ya que tiene reconocimiento facial avanzado, planeación de rutas y un espectro de software emocional para cualquiera que esté dispuesto a pagar los $180 USD que vale el paquete.
“Vamos a dar al público acceso a robótica sin precedentes con Cozmo”, dice Tappeiner. Por ahora Cozmo se sigue sintiendo como un juguete muy divertido para niños, y como un dispositivo que algunos adultos querrán tener en su escritorio en el trabajo. Anki tendrá que asegurarse de que Cozmo viva a sus expectativas como un robot siempre cambiante y que aprende. “Cozmo no nada más se mueve a través de su pequeño mundo, sino que lo puede manipular”, dice Tappeiner. “Las personas perciben la manipulación del ambiente como inteligencia”.
Habrá que esperar mucho más tiempo para que Cozmo llegue a tiendas en América Latina, pero si realmente funciona como promete Anki podría convertirse en una herramienta de aprendizaje de robótica e inteligencia artificial en escuelas, como lo es LEGO Mindstorms.
Gracias a su interfaz sencilla de usar por medio de un dispositivo móvil puede simplificarse el nivel de complejidad en distintos cursos. Uno para principiantes y niños pequeños, por ejemplo, podría enfocarse en crear comandos por medio de una app; mientras que uno para avanzados en crear código para enseñarle a Cozmo a realizar más funciones. A la larga, iniciativas de este tipo, entre las que se incluye Sphero, pueden ser muy importantes para dentro de una década, cuando los robots sean una parte fundamental de nuestras vidas.
Pero si nada de eso sucede no es tan malo. Al menos tendremos robots con fines de entretenimiento que nos causen más apego que una tostadora. Para los papás que se preocupan porque sus hijos pasan demasiado tiempo jugando con dispositivos móviles, robots como Cozmo pueden brindar una experiencia más humana de socialización, entretenimiento y aprendizaje, al integrar una interfaz emotiva que permita a los niños aprender al jugar y sentir afecto por su compañero de juego, lo que a su vez ayudará a que los niños desarrollen sus cualidades emotivas de manera saludable. Por ahora el esfuerzo de Anki es más que apreciable. ¿Quién no quiere tener en casa un robot que baila y expresa lo que siente muy al estilo de WALL-E?
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